Desde la infancia, Carlos Hank Guerreiro acompaña a sus padres a concursos para aficionados de salto de obstáculos en México. Enseguida, pasa de mero espectador a jinete, y el pasatiempo familiar se convierte rápidamente en su propia pasión.
«Supe que quería dedicarme de lleno a este deporte cuando gané mi primera competición internacional en el Global Champions Tour de Cannes. Entonces solo tenía 13 años, pero me di cuenta de que podía rendir en este deporte».
Carlos Hank Guerreiro
Carlos se cría en Ciudad de México antes de mudarse a California a los 10 años para seguir perfeccionando su talento. En 2016, logra el oro en el Campeonato Norteamericano de Jóvenes Jinetes y dos años más tarde gana el Gran Premio Sub-25 de Palm Beach. En 2019, Carlos se clasifica en el Top 10 del Gran Premio de cinco estrellas del Masters de Bruselas y del Gran Premio de cinco estrellas Queen Elizabeth II de Calgary. El joven deportista ya ha conquistado grandes logros en su disciplina, como había intuido en Cannes años antes. A los 18 años, se convierte en el número uno del mundo de su categoría de edad y ocupa el puesto 13.º del palmarés mundial de jinetes menores de 25 años. En la actualidad, Carlos participa en los concursos de salto de obstáculos más prestigiosos. Ganar un gran premio de cinco estrellas es uno de sus principales objetivos.
Su entrenamiento habitual consiste en montar seis caballos al día, una hora cada uno, siete días a la semana. Además, realiza con regularidad entrenamientos deportivos y sesiones de preparación mental, que también son primordiales. Si Carlos heredó su pasión por el salto de obstáculos de sus padres, debe su interés por la alta relojería a otro miembro de su familia. «Fue mi abuelo quien me transmitió esta pasión. Los relojes Richard Mille no solo son magníficos, sino que también se pueden llevar en cualquier circunstancia, sin importar el deporte o la actividad que hagas. Para mí, es su mayor cualidad», afirma.